Indolencia divina
Resumen
Los Comulgantes (1963)/Noche de Circo (1953).
Dirección: Ingmar Bergman.
Las relaciones con los dioses son lo primero en mi tren de pensamiento al hablar de Bergman, por eso pensé en escribir desde lo que más me gusta de los dioses: su inexistencia, su muerte o su silencio. Los Comulgantes y Noche de circo tenían que ser mi elección. Diez años más joven que Los Comulgantes (una de las preferidas del propio Bergman, considerada por muchos como una obra de madurez sumamente representativa), Noche de Circo ofrece otra faceta de la ausencia, del fracaso y del silencio de dios que vale la pena contrastar, para reflexionar sobre los extremos de esta tragedia y sobre la posibilidad o imposibilidad de romper con ella en el Bergmanverso. En Los Comulgantes, seguimos al pastor Thomas Ericcson, un hombre obsesionado con su fallecida mujer, cuya expresiva mirada y agripada nariz indican los quiebres de su cuerpo ante la angustiosa ausencia divina. En Noche de circo el protagonista es Albert Johansson, un director de circo que vive rodeado de pulgas y lodo que encuadran su miseria material y cuyas mejillas sudadas por el alcohol y la indignación revelan los límites de su carne ante la ausencia de paz. Dos personajes muy distintos pero equiparables por sus trabajos que les exigen más de lo que pueden dar (a uno, una fe que ya no siente ―no sé si realmente creerles a todos cuando dicen que alguna vez la tuvo―, y al otro, una resistencia a la pobreza que ni él ni nadie puede llevar bien para siempre), dos hombres que ven en el continuar viviendo un irrenunciable pero odioso deber.