Distopía, utopía y poder
Resumen
Cuando el destino nos alcance/Soylent Green (1973).
Dirección: Richard Fleischer.
Viajo a menudo por una carretera en expansión que devora los ya ambiguos límites entre varias comunidades. Al lado de ese camino hay cordilleras de casas que van perdiendo espacio con la llegada de plazas comerciales que se apretujan preparándose para el eventual brote de decenas de fraccionamientos inmobiliarios ; y en una de esas casas invadidas por el ruido de la construcción he visto una familia de perros observando serenamente el nuevo y vasto llano de concreto y las máquinas que lo abren como si sospecharan los peligros que se acercan, como si el espectro de imbalanceables transformaciones flotara amenazante sobre lo que solía ser un camino sorteable para su especie, como si sintieran lo mismo que yo al recordar una de las escenas más importantes (la de una revuelta en un mercado) de la cinta de 1976 en la que Charlton Heston descubre un secreto moral pero evidente. “¡Ya vienen las escavadoras! ¡Atención, ya vienen las excavadoras! (The spoons are coming!)” ¡Ya vienen las cucharas! –traduciendo literalmente la denominación en inglés de esos amarillos vehículos que hunden sus garras en la tierra y la levantan con fría facilidad como si no fuera el sustento de historias ni vidas; garras que en la pantalla desmoronan una revuelta–; siento que los perros y pocos humanos también ven caer las cucharas del canibalismo futuro en el que los animales se extinguen, los edificios escalan uno sobre el otro para llegar más lejos rumbo a un cielo ardiente, y los humanos se apoderan unos de otros reproduciéndose maquinalmente como si en esta esfera hubiera espacio para los millones de depredadores insaciables que constituyen nuestra estirpe.