Persona y ethos. Principales referentes en el pensamiento de Dietrich von Hildebrand

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Christian Duecker García

Resumen

Dietrich von Hidebrand desarrolla su pensamiento en una permanente tensión a la persona. En el ser personal encuentra la realidad que integra orgánicamente sus aproximaciones fenomenológicas desarrolladas bajo la primera recepción de las Investigaciones Lógicas por el círculo de Múnich, así como en un diálogo y revisión crítica de las posiciones de Adolf Reinach y Max Scheler. El presente trabajo revisa el lugar que las actitudes fundamentales tienen en la estructura de la persona en el pensamiento de Dietrich von Hildebrand y pone en evidencia los aportes que hace a los análisis desarrollados por Alexander Pfänder y Max Scheler.

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Cómo citar
Christian Duecker García. (2018). Persona y ethos. Principales referentes en el pensamiento de Dietrich von Hildebrand. La lámpara De Diógenes, 16(30), 93-116. Recuperado a partir de http://rd.buap.mx/ojs-dm/index.php/lampdiog/article/view/112
Sección
Artículos
Biografía del autor/a

Christian Duecker García , Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP)

Maestro en filosofía por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Actualmente se desempeña como docente de tiempo completo de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

Citas

1 En su texto Gibt es eine Eigengesetzlichkeit der Pädagogie? Hildeband da cuenta de la legalidad propia que gobierna las diferentes regiones del ser y del error que reside en interpretar los fenómenos de una región transfiriendo los principios válidos de otra. Allí afirma: “Existen muchas regiones ónticas en el cosmos. Si le sostenemos la mirada a nuestro mundo, encontramos objetividades de muy diverso tipo, pertenecientes a las más variadas categorías y dominios de lo real... Para todos esos objetos son válidas leyes enteramente generales, como el principio de no contradicción o el principio de razón suficiente pero dichos contenidos encierran igualmente en mayor o menor medida, peculiares principios que valen únicamente para ellos y que no permiten ser transferidos a otras esferas del ser”. Pero también advierte del error de aislar completamente una región del ser. “No se haría completa justicia a la peculiaridad de una esfera óntica si no se consigue captar su lugar específico en el cosmos, así como las variadas relaciones que mantiene con otros sectores de la realidad y que pertenecen 109 también de manera necesaria a su legalidad propia”. Caer en dicho error supone perder en los diversos campos particulares la comprensión de toda su dimensión y profundidad propias. HILDEBRAND, Dietrich (2006): “¿Existe alguna legalidad o autonomía propia de la pedagogía?”, Educación y Educadores 1, pp. 88-89.

2 YANGUAS, José María (1994): La intención fundamental, Barcelona, EIUNSA, p. 22.

3 HILDEBRAND, Dietrich (1983): Ética, Madrid, Encuentro, p. 37.

4 SANCHEZ MIGALLÓN, Sergio (2003): El personalismo ético de Dietrich von Hildeband, Madrid, RIALP, p. 17.

5 Hildebrand considera que “...la cuestión de si existe el conocimiento a priori, en el sentido de un conocimiento absolutamente cierto de estados de cosas altamente inteligibles y esencialmente necesarios, es la cuestión epistemológica. Constituye el problema cardinal cuya solución decide el grado de dignidad que puede alcanzar nuestro conocimiento. Se trata de una cuestión tan fundamental que su decisiva importancia afecta incluso a los problemas filosóficos más delicados y remotos” HILDEBRAND, Dietrich (2000): ¿Qué es filosofía?, Madrid, Encuentro, p. 90. El capítulo IV de la obra en que se encuentra el texto aquí citado desarrolla ampliamente, siguiendo en parte los aportes de Adolf Reinach y Max Scheler sobre la cuestión, el significado de semejante conocimiento contribuyendo con decisivas precisiones al respecto. Remitimos pues al capítulo IV de ¿Qué es filosofía?, pp. 66-96, en el cual Hildebrand trabaja detenidamente la naturaleza del conocimiento a priori. Sobre el concepto de a priori en Hildebrand y su distinción respecto a al sentido del mismo concepto en Kant ver WHITE, John (1992): “Kant and von Hildebrand on the Sinthetic A priori: A contrast”, Aletheia, pp. 290-320.

6 “...dice mucho de la clase de ser-así de un objeto si el ahondar en ella dejando de lado cualquier consideración sobre su existencia real posee o no interés cognoscitivo y si da lugar al conocimiento de estados de cosas absolutamente ciertos y esencialmente necesarios. En resumen, la posibilidad de conocimiento a priori depende de la clase de objeto conocido. Para obtener una intuición absolutamente cierta y esencialmente necesaria, no es suficiente que tengamos experiencia de un ser-así y que prescindamos de la cuestión relativa a su existencia real y de la intuición. HILDEBRAND, Dietrich (2000): ¿Qué es filosofía?, Madrid, Encuentro, p. 99. Lo que llevo a Husserl al idealismo trascendental al parecer de Hildebrand fue haber pasado por alto esta insuficiencia de la epoje pues “no vio que, a excepción de las esencias necesarias, todos los objetos de conocimiento pierden interés tan pronto como prescindimos de su existencia concreta, real, y no dan lugar a conocimiento a priori alguno, por mucho que pongamos entre paréntesis la existencia”. HILDEBRAND, Dietrich (2000): ¿Qué es filosofía?, Madrid, Encuentro, p. 99. La epoje hildebrandiana se dirige más bien a la suspensión de los prejuicios provenientes de las interpretaciones teóricas que condicionan la aprehensión de lo dado. Hildebrand denuncia, en los prolegómenos de su Ética la prematura clasificación de los filósofos en escuelas en función de parecidos terminológicos e invita a mirar al objeto a través del significado que los términos reciben en el contexto del análisis fenomenológico. “Uno de nuestros principales objetivos será evitar cualquier tesis que no se 110 nos imponga por los datos, y, sobre todo, abstenernos de presupuestos tácitos que ni son evidentes ni están probados. Tomamos la realidad en serio, en el modo en que se descubre a sí misma. Respetamos muchísimo todo lo que se da inmediatamente, todo lo que posee un auténtico significado intrínseco y una inteligibilidad verdadera”. HILDEBRAND, Dietrich (1983): Ética, Madrid, Encuentro, p. 14.

7 Sería un error identificar sin más la noción de sustancia aquí implicada con la de la metafísica aristotélica, la cual, es puesta de relieve principalmente en términos de independencia del ser, de una individualidad estando en sí misma, sin pertenecer a otro como parte o propiedad. Sin embargo, como dice Crosby, cuando el término substancia es aplicado al ser humano y en especial a su carácter de sujeto “expresa algo que no pude ser reducido a la subjetividad sin residuo alguno”, es decir, substancia aquí significa un cierto algo más que el ser consciente, que se actualiza en el ser consciente pero que no se agota en él. Remito al desarrollo sobre esta cuestión en los capítulos III y IV en CROSBY, John (1996): The selfhood of the Human Person, Washington D.C., The Catholic University of America Press, pp. 82-144.

8 HILDEBRAND, Dietrich (1983): Ética, Madrid, Encuentro, p. 194.

9 ROVIRA, Rogelio (2006): Los tres centros espirituales de la persona, Salamanca, Fundación Emmanuel Mounier, p. 33.

10 HILDEBRAND, Dietrich (2000): ¿Qué es filosofía?, Madrid, Encuentro, p. 22. También deben considerarse las distinciones elaboradas en La idea de la acción moral. En la aprehensión cognoscitiva, “Si me miro a mí, mi yo está vacío en el aprehender cognoscitivo. Todo lo esencial está fuera de mí, como frente a mí. (...) “El “tener”, que aparece idéntico como tal cualquiera que sea su contenido objetivo, se caracteriza en principio por no poseer ningún contenido vivencial en el lado subjetivo, de modo que toda su riqueza descansa en el contenido objetivo”. HILDEBRAND, Dietrich (2014): La idea de la acción moral, Madrid, Encuentro, pp. 26-27.

11 Las esencias necesarias son esta realidad. Estas son las esencias cuyo grado de plenitud de sentido es orgánicamente significativo en virtud de su necesaria unidad interna. Hildebrand aborda detenidamente en el capítulo IV de ¿Qué es filosofía? la cuestión y distingue, de la unidad meramente accidental y externa de un garabato, las unidades genuinas como el oro, el agua o el delfín pero que no son necesarias pues a pesar de ser algo dotado de un sentido objetivo, su modo de aparecer oculta la naturaleza del tipo de cosa que posee tal aspecto. De estas unidades genuinas distingue finalmente las esencias necesarias, en las cuales no se encuentra estrato alguno, sino que aparecen tal cual son, lo que no significa que su conocimiento sea una mera obviedad o sea asequible sin más para cualquier persona. En esta sección, Hildebrand aborda la importante cuestión sobre el modo de ser ideal de estas esencias necesarias. Gracias a su validez objetiva fundada en la inteligible unidad no dependen en modo alguno del acto en que se captan, incluso carece de sentido intentar la duda cartesiana pues su claridad y distinción es tal que no necesitan criterio alguno proveniente del acto que las capta como aval. Es verdad que según su modo de ser ideal no todas las esencias necesarias guardan una relación con el ser-real, sin embargo, a diferencia de los entes de razón, los números y los colores, encontramos en los valores y las personas una plenitud de realidad que no poseen los anteriores. Su existencia real es posible no solo en el sentido de no implicar contradicción alguna, sino que están profundamente ordenadas a la existencia real. HILDEBRAD, Dietrich (2000): ¿Qué es filosofía?, Madrid, Encuentro, pp. 100-128.

12 Ibid., p. 112.

13 Ibid., p. 122.

14 Ibid., p. 142.

15 “...el ‘vivirme como tomando posición’ no es mentado como captar, sino solo como vivenciar en el sentido de realizar. Sería conveniente reclamar la expresión «vivenciar” para esto y contraponerla al captar como genuina conciencia de objetos”. HILDEBRAND, Dietrich (2014): La Idea de la acción moral, Madrid, Encuentro, p. 30.

16 Al respecto dice Scherler: “Al investigar la esencia de un individuo, una época histórica, una familia, un pueblo, una nación, u otras unidades sociales cualesquiera, habré llegado a conocerla y a comprenderla en su realidad más profunda, si he conocido el sistema, articulado en cierta forma, de sus efectivas estimaciones y preferencias. Llamo a este sistema el ethos de este sujeto. Pero el núcleo más fundamental de este ethos es la ordenación del amor y del odio, las formas estructurales de estas pasiones dominantes y predominantes, y, en primer término, esta forma estructural en aquel estrato que haya llegado a ser ejemplar. La concepción del mundo, así como las acciones y hechos del sujeto van regidas desde un principio por este sistema”. SCHELER, Max (1996): Ordo amoris, Madrid, Caparros Editores, p. 22.

17 HILDEBRAND, Dietrich (2006): Moralidad y conocimiento ético de los valores, Madrid, Ediciones Cristiandad, p. 120.

18 It is true that these attitudes, being distinct from particular acts, are withdrawn from our arbitrary freedom (that is, the mere wanting to change such fundamental attitudes usually does not suffice to change them), and yet in them we have one of the most significant ways, perhaps the most significant way, in which the person act through themselves. CROSBY, John (1996): The Selfhood of the Human Person, Washington D.C., The Catholic University of America Press, p. 37.

19 La espina dorsal del pensamiento ético de Dietrich von Hildebrand se encuentra en su aguda distinción entre aquel tipo de importancia que tiene su origen en placer o displacer para una persona singular y la importancia propia del valor, a saber, una importancia objetiva, completamente independiente de una determinada motivación. La distinción fenomenológica de estos tipos de importancia la lleva Hildebrand a cabo en el tercer capítulo de su Ética. HILDEBRAND, Dietrich (1983) Ética, Madrid, Encuentro, pp. 42-70. Allí confronta la autonomía propia del valor con la dependencia inherente de lo subjetivamente satisfactorio “para” alguien; estrechamente ligado a esta autonomía se encuentra el gozo que genera la participación en una realidad cuya importancia no depende de la propia subjetividad frente al inmanente placer que ofrece lo subjetivamente satisfactorio; en la participación del valor se tiene la experiencia de ser elevado, por el contrario, el placer de lo subjetivamente satisfactorio arroja al individuo en su propia limitación; por otra parte, el valor presenta a la experiencia con un carácter exigente, lo subjetivamente satisfactorio, no. El valor demanda una respuesta adecuada, lo subjetivamente satisfactorio no; el valor se dirige al centro libre de la persona de forma soberana pero discreta, por el contrario, lo subjetivamente satisfactorio se encuentra ligado estrechamente al instinto y por lo mismo su llamada es insistente al punto de desterrar al sujeto de su centro libre y consciente. Finalmente, por todo lo anterior el valor permite en su respuesta una verdadera entrega y salida de sí mismo, una superación del propio ego, al contrario, la entrega a lo subjetivamente satisfactorio entraña una reducción del mundo a nuestro propio ego y su autoafirmación. Ahora bien, el dato de la importancia y en especial el valor representa un momento distinto del ser del objeto, y por ello no puede ser reducido a este, tampoco a su habilidad para engendrar el interés de alguien, incluso es irreductible a las perfecciones que especialmente fundan en un ser su valor. Sin embargo, es preciso tener cuidado en no identificar esta importante distinción del valor respecto del ser con una radical separación al modo en que Rickert hace en su filosofía de los valores, al grado de poner en riesgo la unidad del valor con el ser que lo porta quedando como única solución el acto valorativo del sujeto. John f. Crosby, desarrollando las intuiciones de Hildebrand ha mostrado suficientemente cómo el conocimiento de los valores presupone necesariamente un ser que lo porta. Sin embargo, también señala que, aunque en muchos casos las perfecciones que determinan el valor o disvalor de un ser no son aprehendidas con gran claridad teorética, no por ello se ha de separar el valor del ser. CROSBY, John F (1978): “The idea of value and the reform of the traditional metaphysics of Bonum”, Aletheia I, 2, pp. 308-312. Por otra parte, Crosby muestra desde una perspectiva ontológica y axiológica que el valor no sólo es portado por un ser cuyas perfecciones son portadoras de valor, sino que éste “procede de la existencia de un ser y de ciertos elementos cruciales de su esencia (aquellos que conforman el portador) y que se encuentra completamente fundado en estos factores. (...) En este proceder o brotar de un ser, el valor se muestra profundamente “formado” por el ser siendo un tipo de irradiación del ser. Ibid., pp. 313-314. Hildebrand emplea para designar y caracterizar esta compenetración del valor en el ser, la expresión el corazón y el alma del ser.

20 HILDEBRAND, Dietrich (2006): Moralidad y conocimiento ético de los valores, Madrid, Ediciones Cristiandad, p. 116.

21 Para la elaboración del siguiente apartado se ha recurrido principalmente al trabajo de Mariano Crespo y sus importantes investigaciones sobre la disposición moral de fondo o Gesinnung en diversos ensayos, los cuales se encuentran recogidos en su libro El valor ético de la afectividad. Estudios de ética fenomenológica. CRESPO, Mariano (2012): El valor ético de la afectividad. Estudios de ética fenomenológica, Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile. También puede consultarse la tesis doctoral de SANCHEZ, Alberto (2010): Acción humana y “disposición de ánimo” desde la perspectiva fenomenológica, España, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarr, en http://hdl.handle.net/10171/7219

22 Cf. KANT, Emmanuel (2003) Fundamentación de la metafísica de las costumbres, trad. De M. García Morente, opuscula philosophica, 18, Madrid, Ediciones Encuentro, p. 50.

23 Se debe a Mariano Crespo el concepto de “disposición moral de fondo” como una mejor traducción del concepto alemán Gesinnung frente a las traducciones al castellano que del termino se han hecho en las obras de Kant y Scheler. “’Disposición de ánimo’ tiene la ventaja de reflejar el carácter conativo de Gesinnung, pero presenta los inconvenientes de suscitar la impresión de que estamos hablando de una realidad semejante a nuestros cambiantes estados de ánimo y de no reflejar la permanencia de esta disposición. Por último, ‘moral basic tenor’ pierde el carácter disposicional. En este trabajo he optado por ‘disposición moral de fondo’”. CRESPO, Mariano (2012): El valor ético de la afectividad. Estudios de ética fenomenológica, Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, pp. 67-68.

24 SCHELER, Max (2001): Ética: nuevo ensayo de fundamentación de un personalismo ético, Madrid, Caparrós Editores, p. 188.

25 La naturaleza ontológica de esta realidad está puesta por Max Scheler al deslindarla del concepto psicológico de carácter con el cual podría confundirse. “Puesto que la disposición de ánimo no es una aptitud, sino algo dado actual e intuitivamente, será fundamentalmente distinta de lo que comúnmente se designa como el “carácter” de un hombre. Pues se entiende por tal, habitualmente, la causa constante, en él existente, de sus acciones particulares, las cuales son lo primero en oponérsenos desde fuera. El “carácter” es siempre, según esto, una admisión meramente hipotética de algo que nunca nos es dado y que sólo es admitido, a base de la inducción, en la constitución de tal ser, de modo que las acciones dadas en la experiencia han de ser explicadas por ese supuesto”. Ibid., pp. 190-191

26 CRESPO, Mariano (2012): El valor ético de la afectividad. Estudios de ética fenomenológica, Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, p. 81.

27 We also find in our moral experience that persons act through themselves even in living in basic attitudes such as generosity, or reverence, or selfishness. It is true that these attitudes, being distinct from particular acts, are withdrawn from our arbitrary freedom (that is, the mere wanting to change such fundamental attitudes usually does not suffice to change them), and yet in them we have one of the most significant ways, perhaps the most significant way, in which person act through themselves. CROSBY, John (1996): The Selfhood of the Human Person, Washington D. C., The Catholic University of America Press, p. 37.

28 AVÉ-LALEMANT, E (2005): “Alexander Pfänder” en VOLPI, Franco, Enciclopedia de obras filosóficas, Volumen 2, Barcelona, Herder, http://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Volpi:Alexander_Pf%C3%A4nder

29 “On the basis of the galley-proofs of Pfänder’s contribution “Zur Psychologie der Gesinnungen”, Reinach did however organize a seminar on this work, in fact his first seminar for advanced students. Reference was made in the seminar also to Husserl’s Ideen, Reinach insisting, in opposition to Husserl, that there is still room for a type of phenomenology as descriptive psychology.” SHUMMAN, Karl (1987): “Adolf Reinach: An intellectual Biography”, en K. Mulligan, Speech Act and Sachverhalt: Reinach and the Foundations of Realist Phenomenology, Dordrecht/Boston/Lancaster: Nijhoff, pp. 1–27. http://ontology.buffalo.edu/smith/book/Reinach/Reinach_Biography.pdf

30 CRESPO, Mariano (2012): El valor ético de la afectividad. Estudios de ética fenomenológica, Santiago, Ediciones Universidad Católica de Chile, p. 64.

31 “El mismo yo central, que cuando está bajo el influjo de los movimientos disposicionales se sume en la pasividad, o que se recubre en parte con las disposiciones afectivas procedentes de la periferia, es el que también puede desprenderse de ellas, cuando se pronuncia voluntaria y responsablemente. Desde la centralidad del yo, que toma una u otra posición en relación con las disposiciones afectivas, se hace posible su consideración ética. Asimismo, la orientación centrífuga de estas permite que tengan su verdad y razón de ser en lo que las específica, abriendo así la vía a su adecuación moral. Este es el punto sistemático de enlace con las respuestas afectivas, tratadas en detalle por Hildebrand”. FERRER, Urbano (1992): Desarrollos de ética fenomenológica, Murcia, PPU, p. 61.

32 “La amistad de Dietrich con Scheler, que duró unos catorce años, merece un atento estudio. Aunque es erróneo interpretar que las ideas de Dietrich von Hildebrand fueron modeladas sobre las de Scheler, pues de hecho, como él mismo dijo repetidamente, debía su formación filosófica a Adolf Reinach, a quien llamaba “mi verdadero maestro”, su relación con Scheler fue para él una fuente sin límite de delicia e inspiración. Desde el primer instante, Dietrich supo que había conocido a un filósofo extraordinariamente dotado. A pesar de lo trágico e indisciplinado que Scheler era como persona, irradiaba genialidad. Todo lo que tocaba lo convertía en oro. Tenía un don misterioso para arrojar luz sobre cualquier tema que tratase, desde el más profundo al más insignificante”. HILDEBRAND, Alice (2001): Alma de león, Madrid, Palabra, p. 74.

33 “El grupo había sido fundado en 1884 por Lipps. A estas reuniones de las tardes acudían miembros del claustro de la facultad y estudiantes, que en su mayoría seguían cursos de filosofía. Entre los primeros estaban, Alexander Pfänder, Moritz Geiger, Alois Fischer, Herr Gallinger y Herr von Aster; los profesores Lipps y Cornelius también acudían de vez en cuando”. Ibid., p. 69.

34 HILDEBRAND, Dietrich (2006): Moralidad y conocimiento ético de los valores, Madrid, Ediciones Cristiandad, p. 117.

35 Ibid., p. 118.

36 El vivenciar indica el modo de estar presente el contenido vivencial de una toma de posición según la conciencia ejecutora. En el vivenciar el contenido vivencial nunca se encuentra “tenido” como contenido objetivo y por ello no es mentado como captar alguno sino solo como vivenciar en el sentido de realizar. En el vivenciar no hay ninguna objetivación del contenido vivencial. Cf. HILDEBRAND, Dietrich (2014): La idea de la acción moral, Madrid, Encuentro, pp. 29-30.

37 HILDEBRAND, Dietrich (2006): Moralidad y conocimiento ético de los valores, Madrid, Ediciones Cristiandad, p. 98.

38 Uno de los principales cometidos de la tesis doctoral de Dietrich von Hildebrand se encuentra dedicado al análisis fenomenológico de este concepto. La toma de posición (Stellungnahame) aparece allí como una vivencia intencional que en su ser más auténtico se articula como una respuesta del sujeto a un contenido objetivo con un contenido vivencial cuya correspondencia ideal complementa la voluntad con el carácter personal de dicha vivencia. HILDEBRAND, Dietrich (2014): La idea de la acción moral, Madrid, Encuentro.

39 HILDEBRAND, Dietrich (2006): Moralidad y conocimiento ético de los valores, Madrid, Ediciones Cristiandad, p. 98.

40 Ibid., p. 152.

41 Hildebrand ve en la sanción una manifestación del núcleo más íntimo de la libertad humana cfr. HILDEBRAND, Dietrich (1983): Ética, Madrid, Encuentro, p. 313. y por lo tanto del hombre moralmente consciente. “Mientras respondamos al valor sin esta cooperación de nuestro libre centro espiritual, nuestra respuesta todavía tiene el carácter de algo accidental; carece de la conformidad plenamente consciente con el valor que exige el bien. Nuestro libre centro personal no coopera con el valor. Pero sólo esta cooperación puede hacer que la respuesta esté en auténtica ‘armonía’ con el valor, sólo esta cooperación hace justicia a la majestad del valor, pues el valor exige una respuesta adecuada independientemente de nuestra inclinación natural a dar esta respuesta o a dejar de darla”. Idem., p. 316.

42 Hildebrand dedicó su trabajo de habilitación Moralidad y conocimiento ético de los valores al análisis de la relación entre el conocimiento de los valores y la moralidad del sujeto cognoscente que lo llevan a desarrollar muchos análisis sobre la estructura de la persona entre los cuales el lugar y la naturaleza de la actitud fundamental tiene un lugar central tanto por su carácter constitutivo en la moralidad de la persona como en los fenómenos de ceguera moral allí analizados.

43 HILDEBRAND, Dietrich (2006): Moralidad y conocimiento ético de los valores, Madrid, Ediciones Cristiandad, p. 145. Hildebrand lleva a cabo un análisis sobre los modos de la intención fundamental distinguiendo entre ellas, la forma finita y limitada; la ilimitada tanto formal y potencialmente; finalmente aquella que es material y actual de la cual es propio la desautorización general de la posición fundamental fáctica. Ibid., pp. 158-165.

44 La “...búsqueda de valores y vista para el valor y todas las virtudes proceden de un centro: el yo humilde, amante del valor y buscador del valor. Así como los valores morales constituyen cualitativamente una unidad, culminan en el valor ‘bueno’ y se hallan reunidos de una singular manera, así también todos los actos moralmente positivos que son portadores de esos valores están unidos realmente de singular manera al fluir de una actitud fundamental y general. Proceden en cierta medida de uno y el mismo hombre en nosotros, en contraposición a aquel del que procede en nosotros lo moralmente negativo. Las virtudes no están, pues, desunidas, o sólo unidas cualitativamente unas con otras, sino que existe un habitus, un ser de la persona, del que todas en común proceden...” Ibid., p. 189.

45 Ibid., p. 190. 46 HILDEBRAND, Dietrich (1983): Ética, Madrid, Encuentro, p. 356.

47 Hildebrand lleva a cabo una importante distinción entre los valores morales y los valores que son moralmente relevantes. “Es moralmente relevante, en un primer sentido puramente funcional, el valor de un bien o un estado de cosas, a diferencia del valor de una acción o de una respuesta de la persona. Es moralmente relevante, en otro sentido, el valor ontológico o cualitativo de un bien o de un estado de cosas, a diferencia 116 de los valores específicamente morales. Y es, en fin, moralmente relevante, en un último sentido, el valor de un bien o de un estado de cosas por el que es moralmente necesario interesarse, a diferencia de los valores de los bienes o estados de cosas que carecen de significación moral”. ROVIRA, Rogelio (2006): Los tres centros espirituales de la persona, Salamanca, Fundación Emmanuel Mounier, p. 52.

48 HILDEBRAND, Dietrich (1983): Ética, Madrid, Encuentro, p. 357.